viernes, 15 de febrero de 2013

Droga


Han paso algunos segundos, minutos, horas, días, meses, años y una década desde que me extravié de mi destino. Perdí la cabeza, ahora no sé si soy yo o el yo real. Aún recuerdo su sonrisa, esa hermosa boca, de esa boca de la cual nacieron esas espantosas palabras que hoy en día me torturan, solo debí haberle pedido perdón… Pero ya no puedo. Estoy encarcelado en mi propio mausoleo, oculto de la humanidad, oculto de sus críticas, oculto de ti. Extraño tus labios, no olvidaré el último beso que te robé. Jamás debí provocarte tanto daño, ahora ya no existes para mí ni para el mundo, te has ido. Aquel pecado que cometí, cruel me persigue en mi cabeza, está entre mis reflexiones. Día a día que ha pasado desde tu ida he reflexionado, bastante he pensado y deseoso de cambiar el pasado, tal vez no para tenerte junto a mí sino porque te quiero viva de nuevo. El día en que te fuiste, moriste para mí y yo expiré contigo. Hoy lloro amargamente, pero me pregunto para qué llorar, si yo te hice tanto daño, pero tú ya no llorarás por mí, es más no puedes hacerlo. No recordarás si quiera quién fui, en tu intento de suicidio que frustré, enloqueciste, perdiste tu mente, ya no sabes ni qué eres. Pareces una niña pequeña que trata de razonar, pero no puedes, no entiendes que no puedes. ¡Maldita perra! ¡Entiende! Otra vez esta enfermedad, tú me arrastraste a la locura… A quién engaño, miento. Yo nos arrastré a la locura, jamás debí… ¿Qué puedo hacer? Maldigo aquel día que cedí al placer, aquella desconocida me incitó. Me descubriste, tan magnifico amor que me tenías, ese sentimiento que yo asesiné. Mientras copulábamos debajo de las sábanas, entraste tú. “¿Qué haces? Te Odio, jamás debí enamorarme de vos” eso fue lo último que mis oídos escucharon de ti. Saliste y te extraviaste por un indeterminado tiempo que hoy no recuerdo. En mis pensamientos turbios como el mar me cuestionaba, ¿qué hice? Lo eché todo a perder, soy un desgraciado. Días después de tu huida, vuestro hermano me llamó, al oír semejante dato corrí a verte. Llegué justo a tiempo, en tus manos tenías una jeringa, aquel instrumento dentro poseía un líquido extraño. Con labia entre mis palabras traté de evitar que cometieras la estupidez, fue en vano mi esfuerzo. Cediste a la desilusión, te acercaste a mí, dijiste esas últimas palabras tan crueles que desmoralizaron mi mente, rosaste suavemente tus labios con mis labios perdidos y procediste a inyectarte aquel líquido mortal. Procedí a gritar, y traté impotentemente de hurtar esa jeringa de las manos, pero ya te habías administrado tres cuartos de aquella. Caíste ante mi regazo, con los ojos blancos y las manos temblando, aún estabas viva. Todos los presentes miraban ese espectáculo con carácter morboso, aquel espacio estaba englobado de indeseadas personas muy fisgonas que no fueron capaces de pedir auxilio. Esa demora causó que el líquido liquidara con tu cognición. Te deseo la muerte, odio verte en el estado que estás, sé que para tu caso ya no existe esperanza. Luego de aquel hecho huí, me encerré en este lugar y ahora quiero olvidarte, no he podido. Este día es nuestro aniversario, en mis deliberes se escucha el eco de tus palabras, ahora tengo la misma droga que usaste. Me la administraré para huir, sellaré mi vida. Ahora que lo he hecho espero que algún día en el otro mundo nos reunamos, no te quiero junto a mí no te merezco, solo deseo pedirte perdón… Aún… Aún… Aún… Te amo…

No hay comentarios:

Publicar un comentario