sábado, 6 de julio de 2013

Vehemente Traición

Hasta por sentido común, hasta por expreso que sea el deseo y orden debe acatarse tal cual. ¿Pero acaso una orden de una persona amada debe incumplirse? Es una falsa e hipócrita petición, es más la puede negar y salirse con la suya, arruinar moralmente a aquella persona, es más, humillarla públicamente, aunque sin darse cuenta su decisión por llevarle la contraria es lo que ocasiona tanto problema a aquel. ¿Aunque no se dé cuenta?

Alexander tomó entre sus manos un libro, lo abrió y retiró de la hoja en la que se había quedado el separador, trató de leer las primeras palabras del párrafo. No pudo. Su mente y toda su concentración quedó abierta hacia algo más. Algo le molestaba, sin duda sabía qué era. Pero, ¿era realmente amor lo que le motivaba a tener su boca cerrada?

Con los ojos absortos en las primeras palabras de aquél párrafo no avanzó nada, se quedó clavado en esa hoja más de una hora. Pensaba. Sus palabras ante Teresa, sus órdenes y todo lo que él deseaba que ella cumpliese no se había hecho. Era para él como si le clavase la persona amada un puñal, que su ferviente deseo de que no hablase con aquella mujer que le jugó una paupérrima jugada y su deseo expreso hacia ella que no le hablase hasta que arreglase eso, fue para él la peor traición.

Se dice que la traición puede venir de diferentes formas, que puede atacarte vehementemente y sin piedad. Esta traición le llegó así, que la cuartada fue entre aquella que Alexander consideraba su rival, que además Teresa trataba temas que con Alexander ni mencionaba, estaba absorto, no sabía ya cuál era su tema frecuente, ¡eso que Alexander conocía sus gustos y secretos!

La cuartada era perfecta, sin duda había asesinado Teresa toda la confianza en Alexander, le había humillado, le escupió en la cara, ¡le abofeteó! todo eso ante él no era más una ruin e inmoral traición, mucho peor que ver a Teresa haciendo el amor con otro hombre en su propio colchón, en su propio cuarto, en su propio apartamento.

Para él, Teresa al hablar con aquella tipa, comentarle de sus cosas y desubicar totalmente a él de sus temas de conversación, que hablarle cuando él digo que no lo haga hasta que no arregle lo que aquella persona hizo, sin duda fue un golpe bajo a su orgullo. ¿Era realmente el orgullo lo que estaba herido? ¿O era simplemente que hirió el amor que Alexander siente? ¿O la confianza?

Alexander impotente cerró el libro. Deambuló como un loco por todo el departamento, murmurando maldiciones a aquella, lamentándose y suspirando hondamente por la traición cometida por Teresa. Trató de dormir. Insomnio. Toda la noche pasó dando vueltas en su cama, en su mente se cruzaban imágenes de Teresa sonriendo y riendo con aquella mujer, hablándole de cosas que antes trataba con él.

Al siguiente día Alexander fue a la universidad como era su rutina para poder graduarse de ingeniero, sus ojos estaban hinchados y rojos, sus ojeras eran terribles y su antes pulcro pelo lucía ensortijado. Caminó por los pasillos, esperando no encontrarse con su amada Teresa, pero la suerte le jugó mal, vio a Teresa hablando con su rival. Cuando se hubo ido la mujer Alexander se acercó con un lastimero paso.

Como siempre su amor era el que lo incitaba a mantenerse callado, ahora que vio la traición de su deseo de no hablarle y que Teresa no lo cumplió, era para él como haber sido obligado a ver a Teresa haciendo el amor con otro hombre en su propia casa, esa idea lo traía loco, le dolía. Alexander saludó con un frío beso en los labios de Teresa, esta vez no cerró los ojos, desconfiaba en ella, no podía cerrar sus ojos ante el creciente temor de que Teresa le clavase otro puñal por la espalda. Fingió una sonrisa y entró con ella al aula.


miércoles, 3 de julio de 2013

Historia del Olvido

Es como si alguna vez fui llamado, es como si que tuviera que regresar. Es como si alguna vez fui llamado a las calles, de salir al mundo a luchar, sin preparación, con desgana y sin ánimos, por obligación. Hoy que no sé cómo regresar, es como si alguna vez fui llamado a las calles, es como ver que el cielo se ha tornado gris, sin luz. Con una fuerte lluvia que cae y recorre cada parte de mi cansado cuerpo, que lava mi piel, que la siente y le susurra pequeñas historias, historias pasadas y pequeñas, cada una.

Que con cada pasito ciego que doy, sin ver, ciego y mudo, sin hablar ni discrepar, con cada pasito que doy me aleja, me hace perderme, ¡que me aleja! Que cada vez que tomo un camino, una decisión, vos estás ahí, lo ves, lo sientes, me observas de reojo, con tus ojitos inundados de lágrimas, que me ven con ternura, que se han apiadado de mí, que ven mis ligeros y torpes pasos, que me lanzas una mirada de compasión y me amas en silencio.

Que el silencio nos encierra, que tú sobrevives, que yo no. Miras lo que hago, admiras lo que pienso, pero lo que no digo, es imposible decirlo, cada palabra que pienso, es callada, cada vocablo que he dicho ha errado. Me he callado para siempre, las cosas cambian, el mundo es redondo, no quiere girar, si parpadeas y luego piensas, como yo que en mala filosofía pienso, cuando abro y cierro mis ojos el tiempo ha pasado sin darme cuenta.

Sin darme cuenta empecé este paso, el de aceptar que me he perdido, que mi silencio no se ha roto, que nos sigue acosando, que está ahí de compañía, que mi silencio es tuyo, que es nuestro, que es mi única compañera ya, ¿por qué digo esto? es sencillo, me extravié del camino. Ahora que estoy perdido, sin idea de cómo regresar, sin fuerzas para volver tras mis pasos, me perdí de mis andanzas, ando, deambulando sin sentido ni razón.

Te pregunto ahora, ¿dónde estoy? ¿esperarás por mí? yo he de desaparecer, en un abrir y cerrar de ojos, lo he de hacer, es obvio lo que se aproxima, que ronda. El olvido me llevará a su lado, me alejará de tu lado, es más hemos empezado a alejarnos, cada paso que das, cada paso que doy, solían ser sincronizados, ahora que hemos vagado juntos ¿te has cansado? sólo quiero que sepas, ya no puedo detenerme, no lo sabré, serás feliz, no lo sabré, como hubiese querido decir las cosas que debí decir, más no las que no debí, ¿es tarde para recordarte cómo solíamos ser? juntos, no distantes.

Cada pasito que damos, cada acción que realizamos, cada sonrisa que largamos, cada risa que disfrutamos, cada vez que sostuviste mi mano junto a la tuya, cada vez que te tenía cerca de mí, con ese último abrazo que cerró tus ojos, seguido de un cálido beso, el último, desesperado y violento, confundidos entre gritos y silencios. Debí detenernos, debí no rendirme, ahora hoy me alejé. Te alejaste. Espero no te olvides de mí, espero no lo hagas…

Es como si alguna vez fui llamado, es como si que tuviera que regresar. Es como si alguna vez fui llamado a las calles, de salir al mundo a luchar, estábamos preparados, teníamos ganas, teníamos ánimos, nos amábamos. La lluvia cae y me cuenta esas historias, tú y yo, pude hablar, no lo hice me callé. ¿Eres feliz? no lo sé. La lluvia lava cada parte de mi cuerpo, siento su tacto recorrer y contarme historias, sigo caminando sin destino… no debí cruzar el umbral del olvido. 

miércoles, 26 de junio de 2013

Fracaso

Era difícil, en aquellos días de soledad y tristeza dónde sólo podían convivir él y su fracaso. Los días pasaban, no había quién lo ayude a tiempo, nadie se preocupó por preguntarle si estaba bien, si le iba bien, qué sentía o qué pasaba. Un día, ya era muy tarde el fracaso era gigantesco, la oscuridad en su vida le alejaba de su camino, le cegaba el violento fracaso, aquel día era muy tarde, cuando él ya estaba a un paso de fracasar, cuando él estaba completamente expuesto al fracaso decidieron preguntarle por qué estaba así, si era su ignorancia la que la había conducido al fracaso, si era su desgano, su mediocridad, no le apoyaron a tiempo, le echaron  totalmente la culpa a él, lo hicieron.

Ahora que está desesperado, que su vida no tiene luz, que su piel no tiene color, que sus ojos están débiles, que sus ojeras son terriblemente visibles, su cara acabada, su alborotado pelo que decidió cortar para no sentir el vano placer de la rebeldía, su mancillados labios que no sonríen más, sus manos temblorosas, aumentó de peso, la desesperación lo come por dentro, él no tiene la fuerza para ayudarse, ¡grita! Él grita en silencio, sus lágrimas explotan y expresan el máximo dolor que existe dentro de él, nadie le habla, no le comprenden, se alejan, lo insultan, no lo apoyan, le excluyen…

Finalmente Humberto decidió ceder, dio paso a que la oscuridad conquistara su alma, soltó la espada, se rindió. Él no sabía a dónde llevaba todo esto, no lo comprendía, el fracaso golpeó su cara, le hizo caer, le llevó a una realidad que él no conocía, que no esperaba jamás tocar, que le temía. ¡Cuán loco estaba ahora! ¡Su desdicha era la más prolífica! ¿Qué sería de él que ya estaba más adentro del fracaso que afuera, que veía con sus ojos, palpaba con sus manos y respiraba el aire pútrido del fracaso? No quería enfrentarse al fracaso, jamás quiso, tuvo miedo, constantemente tenía un terror absoluto al fracaso.

Cedió finalmente ante el fracaso, no le quedaron fuerzas suficientes y menos esperanzas, se arrojó a los brazos del monstruo, se dejó seducir, codiciaba que le amparara, pero no sabía a qué se enfrentaba, no lo entendía, no comprendía. Primero inició largos desvelos andando por su casa, sólo con una taza de café con insomnio, la preocupación era mayor a su fuerza de voluntad que en vez de abrir sus libros y estudiar, redactar los informes para el trabajo y prepararse para su jornada diaria se lanzaba contra el pc, prendía, navegaba, pasaba su tiempo en redes sociales, miraba pornografía, apostaba, compraba cosas innecesarias… todo para ocultar su propio dolor, para cegarlo, para huir de la realidad.

Las cosas no mejoraron en su vida, sus desvelos diarios, se internó en ese mundo virtual de vicios y placeres negativos, carcomían su alma, la esclavizaban. Humberto un día sintió un llamado, no sabía de dónde provenía habían pasado dos semanas desde que se arrojó con los brazos abiertos al olvido, al fracaso. Caminaba furibundo por la casa, sin entender de dónde venía esa dulce voz femenina que le llamaba. Entró en el cuarto de baño, se vio al espejo, habían engordado, tenía el pelo más largo de lo que él recordaba, tenía barba, no se había afeitado en esas dos semanas de intenso dolor y de vicios para esconderse cual niño asustado se oculta en un rincón al ver a sus padres pelear, a su madre buscarlo para golpearlo, a su padre para sacarle en cara todo lo que su nacimiento le había privado, esa imagen a Humberto le causaba temor, temía recordar su niñez. Vio su cara, pero empezó a alucinar, a sus espaldas estaba una mujer, se dio la vuelta atónito. No estaba nadie en la habitación salvo él. La mujer empezó a hablar:

— Esto no te hace feliz — empezó la voz de la mujer, Humberto miraba con unos ojos desorbitados al espejo — ¿es acaso que quiere un joven apuesto e interesante perder su vida en ese mundo virtual?

Humberto se sentó en una esquina del cuarto de baño, temblando y con un tétrico frío. Pensó que largas noches de no dormir nada empezaron a surtirle un negativo efecto. Decidió ir a dormir. Se recostó en su cama, se sumió en un instantáneo y reponedor sueño. Los brazos de la hermana de la muerte no habían llevado a Humberto a otros mundos, a otros viajes, a sentir diferentes sensaciones. Soñó que él estaba en una fiesta, había mujeres, muchas, licor, pornografía, música, bailes eróticos, entre otras cosas… él soñó todo esto puesto que su mente había sido envenenada por el mundo virtual que convivió a su lado durante estas dos semanas.

Humberto se levantó, reflexionó mucho, finalmente a su juicio pensó que la voz que él escuchó en el baño no era más que la voz del destino, que guiaba su camino. Decidió hacerle caso fielmente, sin cavilar un instante más.

Pasó dos semanas más con esa vida, de prostíbulo en prostíbulo, consumiendo alcohol, drogas, tabaco, con sus amigos y con una vida desenfrenada. Parecía ser que su fracaso se había esfumado, era el rey del mundo, él lo creía, lo tenía todo. Siguió así, con esa vida, su fracaso le asechaba de mejor manera, le vigilaba hasta que el vaso se llenó todo, se derramó.
Una noche con sus amigos Humberto estaba tomando, el alcohol era de dudosa procedencia, no tenía registro sanitario y era un licor experimental. Esa noche se excedió de copas, hoy yace en una cama, moribundo, a punto de expirar. Ahora el fracaso lo ha consumido, huir y esconderse no solucionó nada, le llevó al desastre, hoy él está a punto de morir, luego de tanto dolor que se causó. Los doctores dudan mucho de que se recupere, su cuerpo está intoxicado y no resiste más, sumado a las noches locas que vivió y poco descanso, ha llegado a su límite, su cuerpo no da más.

El aparato que cuenta los latidos del corazón de Humberto está empezando a decaer, empieza a ser más débil, más lento, las líneas son más horizontales, son rectas. Suena el terrible “pi” del aparato, el doctor desconecta a Humberto, su única amiga llora a su lado, acaricia su pelo. El doctor la aleja del cuarto, tapa con una sábana el acabado rostro de él.

martes, 25 de junio de 2013

Teoría de la Superación

En teoría existe,
al mismo tiempo no existe,
refugiarse en el cuerpo del ser amado,
sentir de cerca su cuerpo,
palpar su piel, rozar su cuerpo,
mirar sus labios, resistir el tacto,
soportar el contacto,
contacto de la calidez,
calidez que brinda,
brinda un beso de tus labios,
volver a perderse,
perderse en el cuerpo de la persona amada,
mirarla, sonreírle, coquetearla,
si de superarnos hablamos,
si de superar los problemas, charlamos,
esta vez no mentiré, no lo haré,
no se superan,
no se arreglan,
se olvidan, se empiezan de nuevo,
¡es la concepción del amor idílico!
¡nuestro amor idílico!

sábado, 22 de junio de 2013

Diferente

Empezaron una insoportable conversación, aburrida e insulsa. Era sin lugar a duda una trivialidad fuera de lugar. Por alguna extraña razón sentía que debía pedirle permiso. ¿Era él acaso parte de si o era parte de ella? No era una imprudencia, debió haberle preguntado. En su cabeza reflexionaba sin encontrar una respuesta “soy de ella” pensó.

Pero esto era algo extraño en su actitud, era muy diferente, casi nuevo para él. Para él era una típica escena de celos que había echado a perder la conversación, momentos atrás reían, sonreían y se miraban tiernamente y ahora la frágil y encantadora conversación se había tornado insoportable, difícil de sostener.

Ambos sintieron reproche y asco hacia todo, pero él se preguntaba cuál era la acción o palabra que había dicho para que esta se convierta en un arma de doble filo y terminase lastimándolos a ambos. Por más que lo analizó no lo comprendió.

“¿Qué hice mal que a sus ojos es el producto de un repentino cambio de estado de humor?” pensó. Se dio cuenta rápido de que los cambios de humor de la muchacha amada en él producían un cambio ilógico y repentino en su plano emocional, le afectaba directamente al humor y le llegaba a lastimar emocionalmente.

No cabía a duda ninguna posibilidad más que esta única: se han lastimado. Indirectamente le ha lastimado, se ha vuelto sumiso y débil ante el amor, se siente desnudo, dócil y necesitado, no puede creer por qué ella lo ha escogido a él, se siente desarmado, trata de comprender por qué no puede creer que él pueda acariciar su mejilla, intenta creer que es autosuficiente, pero no lo es, está desarmado y a merced de ella.

Lo que un fuerte sentimiento e indiferente al mismo tiempo por educación se ha convertido en un terrible ataque de celos, se han provocado daño ambos, ella con sus pensamientos al creer que él no la prefiere, él se ha causado daño por creer sentir el estado de ánimo de ella… Se lastiman sin lógica, pero es algo sentimental, algo que su alma siente.

Él ahora es más humano, él antes era desalmado y un descarado, hoy siente compasión, sintió en su piel el escalofrío y en su corazón el dolor, sintió que esa herida le hirió más de lo que él pensó, se cree muerto… ¡No lo está! Aún lo siente todo, sabe cuánto le lastima.

jueves, 13 de junio de 2013

Pasado

Se detuvo ante mí, observaba de reojo qué tenía yo planeado. ¿Es acaso una broma? O quizá… ¿Es esta la puerta al pasado? Posó sus manos ante mí. Una jeringa. Su cara blanca, su pelo corto, sus facciones de loca y su porte imponente. Planteó los objetivos, los impuso, ¡oh! Cruel mujer es usted, esta vez no ganará.

Acarició mi pelo, posó su mano ante mis ojos y la otra en mí brazo; me sumió en un profundo sueño.

Desperté.

Lo primero que observé al despertar fue esa puerta. Me levanté, revisé a mí alrededor. No hay nada, ninguna ánima, vacío, sólo hay oscuridad y una rústica puerta. Abrí cuidadosamente la puerta, fisgoneando que no haya nada que pueda sorprenderme.

Entro.

Siento el sudor recorrer por mi frente. La puerta se cierra. Exasperado intento abrirla, está cerrada. ¿Qué es este lugar? ¡Ea! Quién me hala de la solapa de la leva. ¡Hey! No me sienten en esa silla, ¿acaso me tienen miedo?

***

Ahora que vivo en el olvido, ahora que vivo en el ayer, ahora que me he quedado solo. Pregunto dónde está la sonrisa que olvidé, sólo queda la mueca que inventé. ¡Alguien libéreme de una vez! Estoy perdiendo la cordura por recordar mi pasado, ¡alguien que rompa las amarras de esta silla! No estoy loco, ¡malditos! ¡No estoy loco! ¿Por qué me privan a mí? ¿Por qué se centran en mí? ¡Ustedes son los locos!

***

Hoy sólo queda la culpa y un futuro que yo vendí… Hoy busco algunas respuestas, no pararé de preguntar hasta que despeguen la duda. Doctores, enfermeras, visitas… Ninguno me da la respuesta, desde esta silla anhelo el pasado, ¿por qué no puedo estar aferrado a ese pasado? ¿Qué hay de malo en eso? El doctor ha dicho que intervendrán quirúrgicamente mi cuerpo…

***

“Atenlo fuerte” – Inició ese a hablar, sus lentes ocultan sus ojos, ¡ah! Si pudiera ver qué oculta su alma podría derrotarle.
“Manténgalo así” – Prosiguió este otro, ¿maldito qué quieres de mí?
“Prendan el aparato” – Dijo sarcástico el de los lentes. ¿Qué harán conmigo?
¡Hey! ¡Deténgansen! ¿Qué hacen? Por qué usan electricidad, ¡por favor paren! ¿Qué intentan…?

***

“Hola mi nombre es Joe y soy su nuevo profesor de filosofía” – Digo sin poder recordar el pasado.


sábado, 27 de abril de 2013

Desconectado: Aparatos que nos mantienen con vida


Un día un joven adolescente y su madre fueron al hospital a visitar a un pariente que estaba con un cáncer en etapa terminal. Al ver el joven a su pariente conectado a los aparatos que le mantenían con vida este pidió a su mamá que si le ve algún día en ese estado que lo desconecte ya que él no quiere vivir en tal condición, dicho y hecho, la madre al llegar a su casa le quitó al joven su celular, las consolas de videojuegos, la computadora, televisión y demás aparatos. En efecto el joven murió. 

lunes, 22 de abril de 2013

Redacción rápida I


Gritó, gritó, gritó. Su vida pútrida se tornó, no había sentido para ella, no entendió nada. Sus sentimientos tácitos, ciegos y cansados se tornaron, lo único que su  anima deseaba era gritar pero callaba, la desesperación apareció y el desesperado se suicidó.

No había ninguna razón, solo el simple hecho de pensar le incomodaba. “Cuan vacía era mi alma” pensaba. Escapa se gritaba, escapar deseaba. Pero ¿por qué? El no notaba que un cambio le esperaba, él no lo entendió y mucho menos indagaba.

“Indagar… yo lo único que quería es salvarme” se decía a sí mismo, lloraba en silencio. No había nadie que le consolase. Ya excitado de tanto dolor y pérdida de su turbia mente, se levantó de dónde se encontraba. Deambuló. Vio por la ventana y lloró, “por qué me has dejado” murmuró. “¿Por qué?” inquirió.

Sentía que algo le seguía. Palpó su hombro y recordó las últimas palabras que de ella escuchó “la única forma en que nos lastimemos es que uno de nosotros muera, perdóname”. Al recordar esto se suicidó.

Venganza


Una noche antes del asesinato. Lugar diremos que mi casa. Medianoche.

Reposo sosegado sobre mi cama. Observo el techo. Trato de olvidar, no puedo. Es imposible. Jamás sentí tanto odio y dolor. Cavilo unos instantes. Me levanto muy tranquilo, sereno para ser exactos, en mi mente está dibujada la silueta de mi enemigo, ese cobarde agresor. Jamás fue capaz de enfrentarse a mí… quiso derrotarme de otra manera, no pudo.

Aquel que se consideraba mi amigo está ya muerto para mí, le evito, le soy tajante, le odio. Hoy con un carácter psicópata reflexiono cuál será su castigo. ¿Qué formas de deleitarme con su sufrimiento será para mí la mejor venganza? Quizá atacar a la que más quiere. Quizá humillarle. Quizá matarle. No sé.

Las dos primeras ideas las realicé, las conseguí. Conquisté lo que más amaba, la destruí. Humillarle lo he hecho, lo puedo hacer cuantas veces quiera, cuantas veces desee. ¡Ah! Pero jamás realicé lo de torturarle y matarle,  ¿cómo matarle? ¿cómo gozar con su muerte? Debe sufrir antes de que muera.

Concretando el plan. Frente a la casa del agresor. Atardecer.

Observo de reojo por última vez al cargador. Seis balas en el cargador. Debo ser cauteloso. El plan está estructurado, me amanecí elaborándolo no puede estropearse la mala noche sumado a litros de café. Necesito más café. El agresor sale de su casa. Se lo ve tranquilo. Estallo en carcajadas.

Frente a la casa del agresor. Las manecillas del reloj suizo marcan 9:53 p.m.

Finalmente logré colarme por la ventana, el agresor la dejó abierta. ¡Vaya patán! Aceleró su muerte. Inspecciono la cocina, no hay café. Salí al comedor, no hay rastros del bastardo. Registro la sala de estar, no hay nada más que unas grabaciones caseras. ¡Espera! Las grabaciones son sobre mi novia, el agresor es morboso, le ha estado espiando. Mi ira aumenta y aprieto con odio el arma.

En el cuarto del agresor.  Las manecillas del reloj suizo marcan 10:01 p.m.

Mantengo al agresor en la mira. El bastardo ruega por su inútil vida. Lo ignoro. Me acerco a él y dibujo en mi cara una tétrica sonrisa. Estalla en sollozos. Le golpeo con el arma en la cara, su nariz sufre una hemorragia, está rota. Sigue rogando por su inútil vida. Lo ignoro. Alzo el arma. Apunto a su pecho. “Muere infeliz” grito y halo del gatillo. El condenado cae ante mis pies. Sangra. Aún no está muerto. Le pateo. Apunto de nuevo. Disparo. Finalmente está muerto.

jueves, 18 de abril de 2013

Desde Lejos


A verso libre empezaré a escribir,
sobre el amor, sobre ti amor,
¿sabes? Es difícil expresar
todo lo que amarte a ti,
produce en mí.

A más de ser lo que yo más amo,
a pesar de todo lo que por ti hago,
siento que nos falta algo…
una proximidad mutua, nos faltamos.

El simple hecho de estar tan lejos,
esa cruel realidad me da tristeza,
yo solo te quiero amar, estar junto a ti.

A diario me pregunto,
si vos piensas en mí,
perdona la vulgaridad del caso,
pero es que me debes disculpar;
me tienes tan tenso,
tan tranquilo,
solo pienso en ti.

Antes todo era vacío,
era agrio y sin sabor;
hoy que estás conmigo,
se ha tornado bello
y muy dulzón.

Si no estás aquí me siento solo,
un sentimiento recorre en mí,
me invade todo el alma
y me pongo a reflexionar,
¿por qué me siento solo?
¿pensará en mí?
No importa todas las interrogantes,
por más que las piense,
sordo y mudo el silencio es,
es eterno, es tenso,
solo tu risa me alejará de él.

¡Ah! Amada mía,
amor, corazón, cosita…
¡ah! Sabes, sabes…
Te Amo, pienso en ti.
Me haces feliz.

lunes, 15 de abril de 2013

El beso extraño


Con cansancio entré arrastrándome a mi cuarto. Abrí de un portazo la puerta de madera, lancé lejos la mochila que llevaba a hombros y dejé sobre el velador el libro que tenía entre manos. Me tiré cuan largo era sobre la cama y gritando de alegría exclamé “he llegado”. Con dificultad me saqué los zapatos, los malditos con planta rígida castigaban a mis pies. Proseguí rápido a sacarme las medias, el pantalón y la leva (como os fijáis estaba vistiendo terno). Abrí los dos primeros botones superiores de la camisa blanca, desabroché las mangas e intenté sacarme esta prenda pero el cansancio fue tan grande que decidí dormir en camisa y bóxer.

Me metí entre sábanas y cobijas, acomodé mi despeinada cabeza y reposé sereno mientras pensaba en diversas cosas; el trabajo, aquella chica que quería, el libro que tenía, aquel sentimiento de hambre que me invadía y los informes que debía presentar… rápido supongo que me quedé dormido. Entre sueños oí una voz muy peculiar era Ilse que me gritaba “la comida está servida” a lo que yo vociferé “cállate viejo loco, ¿no veis que estoy dormido?”. Molesto e ignorante de mi estado el mendigo perro que tenemos por mascota en la casa empezó a aullar, “otra vez malnacido, ¡dije bien que no ladraras en mi cuarto pedazo de can mendigo!” y acto seguido después de vociferar maldiciones al pobre animal le golpeé con mi almohada.

Recuerdo que el bendito animal salió con el rabo entre las patas y dejó que siguiera durmiendo.  Pero esta felicidad poco duró cuando entró la bruja que tengo como compañera de piso a levantarme para que los acompañe en la comida. De mala gana me puse - mientras murmuraba groserías - una pantaloneta que estaba en el piso y salí del cuarto desaliñado. Al llegar al comedor vi a Ilse furibundo y me ordenó sentarme, lo hice tranquilo. La cena de mal gusto, toda quemada y horrible delataba que el cocinero es Ilse, tanto como yo o Anna toleramos a nuestro fracasado chef y lo alentamos a seguir con su carrera culinaria, “¿hombre cuando dejarás de quemar hasta el agua?” eran los comentarios mal intencionados de Anna a lo que nuestro chef molesto respondía lo más grosero posible y ordenaba que se callara.

Cuando hube terminado la perra cena y levantando mi plato di las gracias al chef por la horrenda comida, salí del comedor y me dirigí a la cama otra vez, esta vez más furioso y deseoso de conciliar algo de sueño para reponerme del laborioso día que hoy tuve en el trabajo, ¡jamás pensé que me sobreexplotaría el jefe! Mientras conciliaba mi sueño en mi mente ya ausente del cansancio empecé a pensar en Terne, esa chica que me gusta.

Sentí que mis perdidos labios sentían rozar sus finos y rosados labios, el sabor a cereza de su boquita me deleitaba y gozaba y para completar su cuerpo tenía un olor a perfume el cual le daba un aroma seductor. Vivía ameno con dicho beso cuando empecé a sentir que algo lamía mi cara, asombrado desperté y horrorizado descubrí que los finos y rosados labios se tornaron gruesos y negros, empezó a tener un sabor a pescado y el cuerpo del canalla que me había besado desprendía un hedor a mojado de vagabundo que jamás se había bañado, en efecto era el perro bastardo el que me había besado.

viernes, 12 de abril de 2013

Falso Reflejo


Ante un espejo encuentran a un joven hombre, con largo pelo greñudo y con un aspecto físico desaliñado. Está muerto, pero su cara alberga una satírica sonrisa, su mano fría mantiene tacto en la superficie del espejo. Una carta escrita a mano con una hermosa y legible letra inglesa se mantiene entre sus garras, el forense toma la terrorífica carta y la examina.

***

Hoy ya me siento cansado, no de esta vida, ni de la futura, sino de la anterior. Siento que perdió sentido hoy veo frente de mí ese reflejo, esa realidad encerrada dentro de ese espejo, me estoy viendo yo. Añoro aquellos pasados años en que antes con gran rebeldía apoyaba esas viejas ideologías y buscaba algo “mejor”, hoy han muerto, cambié yo mi ideología sólo me importa este reflejo, mi reflejo. Mi gran barba, mi largo pelo negro greñudo, mi aspecto desaliñado y mi mente desorbitada es lo poco que queda de mí… a más de este espejo está claro.

Antes me sentí esclavo, cansado, débil, harto de mi antigua vida… aquella que maté con mi decisión de alejarme de todo, aquello que me daba un infame futuro infeliz. ¡Ah!, qué hermosa mueca que dibujó ese reflejo, soy aún yo, ¿sigo siendo bello? A los ojos que juzgan de otros iguales a mí, ellos se dicen personas cuando no son más que monos bastardos jugando a ser humanos, esos hipócritas que a sus ojos me califican estéticamente feo y dudan de mi cordura. ¡Sus comentarios no me importan! ¡Juzguen esclavos!

Me exasperé recobraré la calma, listo lo he logrado. Muchos encuentran en un espejo su reflejo estético, se quedan atrapados en ser aceptados ante los ojos de la sociedad, desean ser amados por lo que no son, no tienen los huevos necesarios para ser amados por lo que son, sienten miedo de ellos mismos e intentan ser mejor lo que no son, se reflejan falsos. En cambio yo un cuerdo catalogado loco, apócrifo y antipático he visto en este espejo no la belleza estética, sino la belleza de la humanidad.

¿Os preguntáis qué diablos hablo? Fácil responder a ustedes, mientras ustedes ven al mundo como un reflejo mentiroso de lo que no son, yo veo al mundo de forma real. Lo veo exacto como es. Para ustedes los que se dicen normales si ven el mundo desde su perspectiva me darán un falso reflejo, me dirán que lo que importa es agradar al qué dirán, tener dinero, ser amados, estar a la última moda y mentir lo que no son para ser aceptados… ¿es acaso ese el verdadero reflejo?

Ahora si me permiten dar mi opinión sobre el real reflejo sería sencillo para mí salvarles de su locura, mi mundo es fácil y sencillo, pero turbio y salvaje, pongan atención si quieren o dejen de hacerlo. A diferencia de ustedes yo no ruego. El reflejo del mundo real es mostrarse cómo realmente son, hacerse amar por lo que son, no poner atención al qué dirán esto lo hacen sólo por envidia aquellos hipócritas que no pueden ser felices por lo que ya son, luchar por un objetivo real no aquel que lo hacen por moda… en fin, el reflejo real simplemente es mostrar tal cual son.

Ahora todos me miran por irme en contra de su reflejo, ¿por qué me miran a mí?, si ustedes son los locos.

***

El forense identificado con dicha carta, la arruga y la arroja en un basurero. Sus compañeros preguntan el porqué de su acción, a lo que él responde que es una tonta carta de un desquiciado y deben descartarla. Se acerca a tomar unas fotografías al cadáver, cuando alza su vista y se observa al espejo se ve pútrido y enfermo. Observa taciturno una rara mueca que no le pertenece y  escucha que una voz masculina le susurra al oído “falso reflejo”.

martes, 5 de marzo de 2013

Frase instantánea

Bueno les presento esta frase rápidamente, no daré explicaciones y lo dejaré a vuestro criterio su interpretación. Es la frase de mi autoría puesto que yo la realicé. 


"Es de caballeros dejar que la mujer sea feliz con otro pero es de idiotas seguir intentando algo con ella. ¿Soy para ti amor el idiota enamorado?". 

José Paredes

Reflexionen si gustan, les dejo con esto. 

Te mataría para mí y me mataría por ti


Transcurría helada la tarde, un rígido día invernal. Estaba lloviendo y yo esperaba inquieto a que llegara mi novia. Cuando charlamos por última vez por teléfono, oía su voz quebrada y melancólica. Algo le preocupaba.

      Cariño – Respondí – ¿Cómo estás?
      Tenemos que vernos – Contestó su voz al otro lado con tono lastimero – Tengo que contarte algo, pero debo verte.
      Claro, dime en dónde nos vemos.
      En el bar de la universidad – Inquieta respondió y prosiguió - ¿podrías venir lo más rápido que puedas?
      Bueno, allá nos vemos.
      Ok – Contestó y dejó escapar un sollozo – Adiós, te espero.

Tras colgar el teléfono, yo salí hacia el encuentro. Una vez que llegué al bar  ella no estaba aún, se retrasó al encuentro. Por su tono triste me imaginaba lo peor, quizá quería dejarme. Me ahogaba en mis crudas cavilaciones, tenía miedo de lo que tenía que decirme. Para recobrar ya mi casi extinto valor, pedí un vaso de ron. Lo bebí sosegado y me mantuve lo más tranquilo posible, debía tener fría mente para lo que vendría o para lo que tenía que tratar con la chica.

Tras un prolongado tiempo de espera apareció. Me levanté lo más ligero posible que pude del taburete y con paso rápido fui a encontrarla. Quise saludarla de beso, pero giró su cara y me apartó de ella. ¿Qué pasaba? Mis reflexiones se volvían reales, quería dejarme.

      Tenemos que hablar – Inició con voz quebrada.
      Dime lo que quieras decirme – Musité furioso y seguido dibujé una falsa sonrisa en mi rostro.
      Sabes que te quiero…
      ¿Me vas a dejar? – Interrumpí.

Su cara perdió color, se tornó pálida y apretaba sus temblorosas manos. Se mostraba nerviosa y sus ojos denotaban llanto, pero se domaba. Suspiró breve y armándose de valor hizo un ademán de afirmación a mi objeción.

      ¿Por qué me dejas? – Inquirí – por lo menos, ¡si alguna vez me quisiste dame una razón!
      Tranquilízate – Trató de domarme, pero fue inútil – es que dudo de nuestra relación.
      ¿Dudas? – Me dominó totalmente la ira e intenté golpearle la cara, pero me contuve y proseguí - ¡¿dudas de qué?!
      De que si realmente te amo – Respondió y se quebró en llanto, pero no sentía pena por ella, sentía repulsión y odio – me avergüenzo de ti.
      ¿Qué dices? – Grité y le sujeté entre mis brazos, mirándole fijamente a sus llorosos ojos contesté – en verdad tú no sabes nada, si me amaras de verdad jamás te avergonzarías de mí. ¡Es más jamás me quisiste, sólo me ilusionaste! ¿Qué te hice yo?
      Tenía miedo de lastimarte – Se defendió ante mis juzgamientos.
      ¿Lastimarme? Más que ahora.
      Sí, cuando me dijiste lo que sentías no quise decirte no – Se alejó de mí, suspiró y siguió – no quería lastimarte…
      ¡Lastimarme! – No me contuve y le di una sonora cachetada - ¿no ves lo que haces?, ¡jugaste conmigo!
      Cálmate seamos amigos – Mintió, sabía que jamás yo o ella volveríamos a ser amigos.
      No, yo de verdad te quise – Rompí en llanto - ¡Lárgate perra! ¡Lárgate ya! ¡Ándate si sabes lo que te conviene!
      Pero…

Le magullé la cara con otra bofetada y ella entendió el mensaje, salió lo más rápido que pudo del bar y se perdió entre la multitud de estudiantes. La muchedumbre de aquel lugar me observaba, sus ojos denotaban odio y me juzgaban de atroz ser humano. Vociferé a todos cruentas maldiciones, eso no les era de importancia y luego de una de mis últimas groserías dispusieron dejar de observarme. Caminé al lugar más apartado del bar, ordené una botella de whiskey y pretendí extinguir esos sentimientos, fue inútil. Su puto recuerdo estaba en mi memoria, sus mentiras galanes y los más quiméricos y hermosos momentos que viví con ella. Fue en vano… no salía de mi mente.

Costeé la botella y salí presuroso del local, fui hacía mi departamento y entre mis pertrechos me apoderé del viejo revólver que tenía para mi defensa particular, era muy bélico y amaba tener armas. Me santigüé y salí hacía el hogar de ella. Ocultando el artilugio entre mis prendas, tomé un taxi y arribé rápido a su casa. Trepé por la escalera de emergencia, me introduje cautelosamente en su departamento y fui a paso ligero hasta su cuarto. Y allí la hallé, sollozando y deliberando. Ella notó mi presencia cuando cerré de un portazo tras de mí la puerta. Se sobresaltó y se levantó ágilmente de su catre.

      ¿Qué haces? – Respondió atemorizada – Pensé jamás volver a verte.
      Si yo no te tengo – Seguí avanzando lentamente hacia ella y con una satírica sonrisa en mi rostro – no te tendrá nadie, ¡jamás volverás a sentir ni a amar a nadie!
      ¿Qué dices? – Vi su rostro tornarse pálido y sudoroso.
      Jamás debiste jugar – Saqué de mis prendas el revólver y puse el frío cañón ante su pecho – tú no sientes. ¡Tú no tienes corazón!

Calló un instante y no era capaz de articular ningún léxico, estaba fría y en un estado de shock. Me reí como demente, me acerqué a su rostro y le robé un beso. Ella no opuso resistencia y la noté fría. Tras el largo beso separé mis labios y sollozando tiré del gatillo. Sonó un fuerte estruendo y en mi mente reflexioné “Te mataría para mí y me mataría por ti”. Puse el cañón ensangrentado en mi cabeza, me recosté a su lado, sollocé un instante y con mano temblorosa halé del gatillo…

miércoles, 20 de febrero de 2013

¿Otro error más?




Sentado en la parte más alejada posible del bar, con un libro entre mis manos y una copa al frente de mí, empiezo a meditar. Me apoyo firmemente al espaldar y sin dudarlo alzo la copa, mojo mis labios con el amargo vino. Aparto suave la copa de mis humedecidos labios e indeliberadamente inicio a reflexionar. ¿Qué hice para lograr que aquella chica se fijara en mí? Desde ya sé que defiendo una hipótesis muy equívoca, así quizá no sucedió, pero mis turbios pensamientos están confundidos. Ella abandonó todo contacto conmigo posteriormente de que hablamos por última vez. Salió conmovida y considerablemente confundida, más no por lo que tratamos en nuestras habladurías, sino por unos sentimientos viejos encontrados en aquella muchacha. La mujer en cuestión especuló que varios de sus sentimientos estaban muertos, los juzgó antes de que me conociera. 

Yo sin la menor duda, sé que le puse en contacto con sus sentimientos, es más creo que encontré varios de aquellos sentimientos que la muchacha creyó muertos. Aquel caballero necio y sosegado, yo, intenté conquistar su corazón con los más bellos vocablos adornándolos con hermosas guirnaldas, ¿todo para qué? La joven muchacha resistía firmemente a mi labia sólo como una auténtica mujer sabe hacer. ¿Por qué lo hacía? ¿Qué la motivaba a no abandonarse  en una relación? No sé, sinceramente no lo sé con exactitud. Me lo mencionó, caviló mucho aquella mujer y luego de un prolongado silencio con la cara pálida, los ojos perdidos y con un desánimo absoluto, contestó. Me hizo saber que ella tenía recelo, no quería que otra vez un apócrifo caballero le enamore, caiga ante sus sentimientos y finalmente por dejarse llevar por pasiones sentimentales, mancillen su corazón. Ella tenía miedo a cometer un error más, un supuesto error advertía conmigo. 

Yo a sus ojos era otro patán que perseguía lastimarla, pensó que yo sólo la gozaría, advirtió que yo tendría un romance vago con ella, me juzgó mal. Yo sabía que esas no eran mis intenciones, yo soy un verdadero caballero y de verdad la quería, pero fracasé, no supe ganarme su amor y mucho menos tuve el valor para decírselo directo, daba rodeos. Esa indecisión, ese temor de perenemente perderla me infundía temor. Y lo que comenzó como una plática de amigos se tornó rápidamente en un campo pasional, en el cual se libraba una cruenta batalla dónde nuestros sentimientos se veían expuestos, no sólo los míos sino también los de ella. Ambos compartimos más de la cuenta, es más mostramos más de lo que debíamos. Ahora sé, que ella me ve mal. Me juzga y piensa que soy otro error. Ahora que ella se fue y la perdí, jamás volveré a verla. Ahora anhelo que algún día nos reencontremos y que finalmente tenga la verdadera valía de decirle lo que de verdad siento, ahora ya no con indirectas. 

Observo de reojo la copa, finjo una sonrisa y ligeramente elevo la copa con mi osca mano, observo su color rojizo y accidentalmente dejo brotar una amarga lágrima, se hunde en el espeso líquido. Bebo avivadamente su contenido, dejo la copa y me retiro. Mientras camino lentamente hacia fuera del bar, en mi mente cavilo por última vez. Ojalá que el destino me dé nueva oportunidad, esta vez sabré aprovechar, ahora me bebí mis sentimientos y los guardaré para que si algún día ella decide retornar, sin duda se los volveré a entregar. Sé que divago, pero es lo que el corazón quiere, quiero a ella.

viernes, 15 de febrero de 2013

Droga


Han paso algunos segundos, minutos, horas, días, meses, años y una década desde que me extravié de mi destino. Perdí la cabeza, ahora no sé si soy yo o el yo real. Aún recuerdo su sonrisa, esa hermosa boca, de esa boca de la cual nacieron esas espantosas palabras que hoy en día me torturan, solo debí haberle pedido perdón… Pero ya no puedo. Estoy encarcelado en mi propio mausoleo, oculto de la humanidad, oculto de sus críticas, oculto de ti. Extraño tus labios, no olvidaré el último beso que te robé. Jamás debí provocarte tanto daño, ahora ya no existes para mí ni para el mundo, te has ido. Aquel pecado que cometí, cruel me persigue en mi cabeza, está entre mis reflexiones. Día a día que ha pasado desde tu ida he reflexionado, bastante he pensado y deseoso de cambiar el pasado, tal vez no para tenerte junto a mí sino porque te quiero viva de nuevo. El día en que te fuiste, moriste para mí y yo expiré contigo. Hoy lloro amargamente, pero me pregunto para qué llorar, si yo te hice tanto daño, pero tú ya no llorarás por mí, es más no puedes hacerlo. No recordarás si quiera quién fui, en tu intento de suicidio que frustré, enloqueciste, perdiste tu mente, ya no sabes ni qué eres. Pareces una niña pequeña que trata de razonar, pero no puedes, no entiendes que no puedes. ¡Maldita perra! ¡Entiende! Otra vez esta enfermedad, tú me arrastraste a la locura… A quién engaño, miento. Yo nos arrastré a la locura, jamás debí… ¿Qué puedo hacer? Maldigo aquel día que cedí al placer, aquella desconocida me incitó. Me descubriste, tan magnifico amor que me tenías, ese sentimiento que yo asesiné. Mientras copulábamos debajo de las sábanas, entraste tú. “¿Qué haces? Te Odio, jamás debí enamorarme de vos” eso fue lo último que mis oídos escucharon de ti. Saliste y te extraviaste por un indeterminado tiempo que hoy no recuerdo. En mis pensamientos turbios como el mar me cuestionaba, ¿qué hice? Lo eché todo a perder, soy un desgraciado. Días después de tu huida, vuestro hermano me llamó, al oír semejante dato corrí a verte. Llegué justo a tiempo, en tus manos tenías una jeringa, aquel instrumento dentro poseía un líquido extraño. Con labia entre mis palabras traté de evitar que cometieras la estupidez, fue en vano mi esfuerzo. Cediste a la desilusión, te acercaste a mí, dijiste esas últimas palabras tan crueles que desmoralizaron mi mente, rosaste suavemente tus labios con mis labios perdidos y procediste a inyectarte aquel líquido mortal. Procedí a gritar, y traté impotentemente de hurtar esa jeringa de las manos, pero ya te habías administrado tres cuartos de aquella. Caíste ante mi regazo, con los ojos blancos y las manos temblando, aún estabas viva. Todos los presentes miraban ese espectáculo con carácter morboso, aquel espacio estaba englobado de indeseadas personas muy fisgonas que no fueron capaces de pedir auxilio. Esa demora causó que el líquido liquidara con tu cognición. Te deseo la muerte, odio verte en el estado que estás, sé que para tu caso ya no existe esperanza. Luego de aquel hecho huí, me encerré en este lugar y ahora quiero olvidarte, no he podido. Este día es nuestro aniversario, en mis deliberes se escucha el eco de tus palabras, ahora tengo la misma droga que usaste. Me la administraré para huir, sellaré mi vida. Ahora que lo he hecho espero que algún día en el otro mundo nos reunamos, no te quiero junto a mí no te merezco, solo deseo pedirte perdón… Aún… Aún… Aún… Te amo…